lunes, 24 de febrero de 2025

La crónica de la niña pez

 Como dijo alguien alguna vez, parece que atraigo la mierda y, al final del día, ¿en qué me convierte eso? Yo intento mantener una mente abierta, positiva, siempre lista para un nuevo libro e incluso a veces, más últimamente, leo la sinopsis de los libros y acepto recomendaciones para evitarme las bazofias que me he llegado a leer, pero parece ser que esta vez no va a ser posible evitar una catástrofe y que simplemente estamos en una mala racha. Yo me considero o me consideraba una amante de todo lo romántico, de las obras donde el amor era la trama y había los típicos problemas de pareja que aparecen en los libros, pero últimamente me he demostrado lo contrario. También puede ser que la calidad de los autores haya caído en picado y que hoy en día se publique cualquier cosa. Vivo en medio de la miseria absoluta a causa del mal gusto que tengo en libros y encima también porque cada vez que me estoy leyendo algo horrible tengo que compensarlo comprándome un libro nuevo y así vamos acumulando decepciones. Tengo que cambiar mi estrategia o mis gustos y la segunda es inamovible.

Resumen súper rápido de esta maravillosa obra de arte: alma torturada femenina muy pequeña e indefensa se cambia de instituto y conoce a chico grande y fuerte que tiene problemas graves de ira y le mola el rugby mogollón.

Pero realmente, ¿por dónde se empieza este desastre? Me lo he leído, más o menos, en unos tres días y han sido altos y bajos constantes. Me recuerda, hasta cierto punto, a la literatura japonesa, con todas esas pausas relajadas, largas explicaciones y revoloteos alrededor del mismo tema, como si no lo hubiésemos visto o leído ya ochenta veces. La única diferencia aquí es que la literatura oriental no suelta una palabrota por cada frase que escribe. He acabado tan harta de todos los insultos, palabras soeces y malsonantes, vocabulario horrible innecesario, que para el final de la obra me planteaba si en realidad tenía mente y corazón de puritana y que a lo mejor mi verdadera vocación era ser monja, donde las escrituras de nuestro Señor Jesucristo no alterasen a mi pobre corazón de virgen. Eso o hay una cantidad innecesaria y horrible de vocabulario sucio a lo largo del libro.

Vamos a unirle a todo eso la extrañísima forma de redactar de la autora, donde parecía que todo eran puntos y aparte y los párrafos no tenían más de cinco líneas conexas. Eso y la muy limitada cantidad de vocabulario y frases hechas me ha acabado hinchando tanto las pelotas que al final me he puesto en la situación de Johnny y he empezado a sentir una profunda pena y comprensión por él (este es un tema del que vamos a hablar más tarde y de forma extendida, porque necesita su propio párrafo). Me gustaría presentarle a Chloe Walsh la existencia de editores, no solo para que alguien le revise esta catástrofe que me recuerda extrañamente a los libros de Wattpad (he tenido que mirar cuatro veces que no saliese de ahí porque ahora ya no ponen la pegatina en las portadas), también para que alguien le ayude a resumir esto.

Me estás diciendo, de verdad, que necesitabas 700 páginas para explicar esta historia? Bueno, 700, en realidad más, porque esto es solo la primera parte. Para que entendáis la gran tontería que este daño al medio ambiente representa os voy a hacer un resumen de este libro, supongo que con spoiler, aunque en realidad si lo piensas, no: te presentan a los protagonistas y sus vidas (que o cambian en todo el libro por cierto, ni ellos ni su situación, parecen no evolucionar), dichos protagonistas se conocen, empiezan a frecuentarse (con las mismas tres interacciones), hay algún problema de por medio completamente irrelevante para la trama y solo usado para cerrar algunos cabos sueltos, se enrollan y hacen manitas, hay algún otro problema que esta vez si que es relevante para la trama o para que como mínimo avance un poco ya en el siguiente libro y fin. Esto me lo podrías haber dado en 300 páginas, como máximo, si no fuese porque durante las otras 400 has escrito cosas que no aportaban en nada, eran completamente irrelevantes, ya las sabíamos o nos la pelaban absolutamente porque eran innecesarias.

Johnny conduce a Shannon como el río; o la mira o la huele, le habla un poco, piensa en ella, piensa en rugby, habla de su lesión, de sus pelotas o mangonea a todo el instituto, la ciudad de Cork y la vecina como si fuese el rey del mambo. Esa es su trama personal. Su trama personal es ser un lesionado prepotente y un matón, que cuando no está dando órdenes y tratando a la gente como si fuesen inferiores a él, incluso a sus mejores amigos les hablaba con monosílabos y les ordenaba cosas como si fuesen perros: "vete", "sal", "cállate". Está pensando en su lesión o en lo mucho que le pone la diminuta de Shannon, que parece ser el único ser humano al que no sacude como a un sonajero cada vez que se cabrea un poco, lo cual, podéis decir lo que queráis, me parece tóxico y horrible. Tienes derecho a todo lo anterior si eres un jefe de la mafia, no un niñato de diecisiete años con una prometedora carrera en el rugby.

Shannon como el río, es tan pequeña y tan indefensa, tan maltratada y tan inútil en todos los aspectos de la palabra... No tiene más personalidad que susurrar las cosas, vomitar y ser una pequeña mujer débil, con una gran diferencia de tamaño con el resto del mundo, porque nunca nadie había visto a una chica tan pequeña, tan minúscula e indefensa... Su personalidad es básicamente que todo el mundo la maltrata y ella se deja, se deja maltratar y también se deja defender, pero nunca la verás haciendo nada al respecto más que lloriquear y quejarse como una niñata. Nunca, en la historia de todo este libro (porque supongo que en otros alguien habrá aparecido), he conocido a nadie tan horriblemente egoísta e hija de p*ta.

Ahí me he calentado un poco; dejad que os ponga en contexto: Shannon como el río, tiene cinco hermanos (obviamente todos chicos). El mayor, Darren, se fue de la casa en su momento; el siguiente es Joey, que se ocupa de toda la mierda del mundo mientras balancea estudios, deporte, novia y trabajo; después va el pez de Shannon y, por último, tres hermanos menores de los que no recuerdo ni el nombre (imagínate lo poco que salen). El desgraciado de Joey ha tenido que ocuparse y defender siempre a Shannon y al resto del maltratador de su padre y la inútil de su madre y, cuando llega el momento en el que se cansa y le comenta a Shannon que va a llamar a la Gardaí (las autoridades irlandesas), la muy niñata se enfada con él, se lo reprocha, le dice que cómo se atreve a ser tan egoísta (¿perdona??), que le había prometido que nunca la abandonaría y no sé cuántas paridas más. Yo en ese instante pude sentir, encima de mis hombros, el cansancio de la vida de Joey, donde el único apoyo que tenía en esa vida era su pobre novia y la consciencia absoluta de que su hermana sería un lastre para toda la eternidad del que no se podría librar nunca y que, por lo tanto, tendría que seguir aguantando el maltrato de su padre. Shannon como el río, espabila que ya eres mayorcita, nena.

Por último, y ya me callo porque si no, no acabo nunca y mi pecado sería tan grande como el de este libro: la relación de esos dos. La autora se cree que, por tener la misma conversación noventa veces a lo largo de tres meses, comer una vez juntos, pensar mucho rato en el otro y mirarse por los pasillos durante 400 páginas, eso ya cuenta como evolucionar en una relación y, por lo tanto, ya se quieren mucho y esas cosas de romances. Pues no. Tiene que haber un poco de chicha porque si no, hasta yo me divorcio sin siquiera haber hablado bien (porque Shannon solo susurra, debido a que es muy frágil y no lo digo yo, lo dice Johnny). Esta relación es un muermazo, la vida de los dos es un muermazo, la autora se piensa que como más sufras más madura eres o alguna tontería de esas y estoy segura de que tiene un fetiche con las bajitas porque, madre mía... la segunda página y ya estaba hasta arriba de oír lo pequeña y frágil y delgada y minúscula que es Shannon...

La verdad, vaya experiencia; si pudiese eliminar esta experiencia, seguramente no lo haría porque capaz soy de volver a cometer el mismo error y esto sería peor que un episodio de Los Simpson.

Juro que volveré, esta vez con algo decente.

Un beso, chikis.

P.D: Chloe Walsh te pago un editor, te lo juro, dime el precio. ¿No hay de eso en Irlanda? Te lo mando dentro de una caja.



viernes, 21 de febrero de 2025

Nein danke

Antes de empezar una nueva aventura, se debe cerrar una etapa como Dios manda; hay ciertas cosas que se tienen que superar antes de empezar a traumarse de nuevo y eso es lo que vamos a hacer hoy aquí, curar esas heridas del pasado que tenemos que dejar atrás junto con el causante de ellas. Hoy, nos encontramos cara a cara con uno de los libros que hasta la fecha me ha parecido más desagradable y mal escrito y, sin más dilación, os dejo con los estudiantes del internado más hogareño de todo Reino Unido. 

Necesito saber quién revisa los libros en Alemania antes de que esos sean publicados y quién decide los derechos de qué libro comprar en la editorial Planeta, para entender exactamente cómo esto ha pasado por tantas manos y nadie ha llegado a pensar que sería una idea terrible gastarse el dinero en esta... cosa. Porque no tengo otro nombre para lo que el primer libro de la DunBridge Academy es. Que otro inútil se excuse detrás de la famosa frase de "es literatura para adolescentes", porque a mí ya no me vale. Esta obra barata, casi plagiada de otros dos libros o incluso más, no merece estar a la venta, no merece un reconocimiento y me va a llevar a la tumba antes de tiempo. Consciente de que todos los autores empiezan en alguna parte, también se tiene que entender que no todas las primeras obras se han publicado, seguramente porque no eran lo suficientemente buenas, y hay cosas a las que no se les debe dar una primera o segunda oportunidad.

La autora, la señorita Sarah Sprinz, antigua estudiante de medicina, que yo haya leído en su bibliografía, jamás ha tenido nada que ver con las letras más allá de su "pasión por la escritura", que también tengo yo y mucha gente en este mundo; será hoy una de nuestras protagonistas junto con los personajes de su libro. La pasión y el esfuerzo son dos cosas distintas; la segunda implica que, en este caso, has tomado un curso de escritura, mentoría o tienes algunos estudios que te van a llegar a ayudar a crear una obra literaria de calidad o pueden colaborar en ello. Esto no significa que si tienes dichos estudios de golpe tu mierda valga oro; simplemente quiero decir que el talento se cultiva y ahora mismo la señorita Sprinz y su talento son una semilla en el suelo, medio podrida y sin posibilidad de que yo la vea germinar. Pero ella no es la principal protagonista en esta obra, o como mínimo yo no he sido consciente de que haya hecho un self-insert; más allá de que se parece un poco a la amiga de la heroína, sí que vamos a pasar de ella un rato y cambiar de tema.

Soy partidaria, desde el día que tengo consciencia de mi cuerpo y de mis limitaciones, de que no todos podemos aspirar a todo. Tengo el convencimiento de que hay algo para lo que hemos nacido con un talento especial que no todo el mundo tiene y eso significa que hay ciertos talentos que nosotros no poseemos. Yo, por ejemplo, jamás podré ser deportista de élite porque, por mucho que me esfuerce, no llegaría al nivel necesario ni entrenando toda una vida. Cuando aceptamos que hay talentos, hace falta aceptar que hay cosas que no se nos dan bien y que probablemente no se nos darán nunca suficientemente bien como para dedicarnos a ello y ser los mejores en ese campo. Eso no quita que la gente con talento no tenga que esforzarse; sed conscientes de que seguramente se esfuerzan los que más.

Y siguiendo esa línea de pensamiento, hablaremos de los deportistas. Existe la misconcepción de que si tú te esfuerzas lo suficiente en un deporte o en una actividad física cualquiera, se te va a acabar dando bien. Como si el talento no aplicase allí, pero sí en los graduados de medicina. Porque el deporte es una cosa de segunda y sin importancia, todo el mundo puede llegar a ser bueno en el basquet o un atleta, pero no todo el mundo puede sacarse una carrera de matemáticas aplicadas porque hay limitaciones en el cerebro, pero no en músculos o la coordinación. ¿Entendéis lo que quiero decir? Todo conlleva un poquito de talento y el resto es esfuerzo, pero no haremos ver que el talento no existe. Bueno, nosotros no, pero la señorita Sprinz metiendo a Henry en el equipo de rugby con calzador y probablemente jodiendo la temporada entera para ese equipo imaginario, sí. Si Henry empieza siendo un inútil para los deportes, no puede acabar siendo una estrella; lamento darte ese choque de realidad. Seguro que se le da genial estudiar, pero los deportes y ganar el partido de la final junto con atletas que llevan entrenando desde pequeños, pues no.

Está dentro de las cosas que más me gustan en los libros, justo detrás de los triángulos amorosos, el que los dos protagonistas se enamoren mientras uno de ellos ya tiene pareja. La excusa normalmente suele ser que la relación ya no es la que era; en realidad están juntos por costumbre. Los dos sabían que se iba a acabar; da igual la que escojan, siempre hay alguna y nunca es justificable. La autora intenta escudar a Henry mirando más el culo de Emma que los ojos de su novia, mostrándonos su perspectiva de una relación al borde del colapso y cuando los dos empiezan a salir, a Grace le parece genial porque en realidad solo estaban juntos por la rutina... Ya no tenían nada...

El hecho de que Henry se meta a la cama de Emma una noche solo a dormir y se atreva a decirle después a la pobre Grace que no, jamás la ha engañado y que casi se besa con la otra en medio de una escapada nocturna, pero no, nunca la ha traicionado. Si le sumamos a todo esto la escena de la ruptura, como él mete a Emma en medio del barullo porque en realidad "lo dejo contigo porque estoy colgado de la otra" y su novia se queda tan tranquila y con cara de tonta diciendo que no pasa nada, que ya se lo imaginaba y "ve, sé feliz, Henry, que te lo mereces mogollón, tío duro". No me parece bien, no me parece bien que Grace tenga que ser amable con todos después de esto; se merece enfadarse, maldecir a ese pedazo de capull* y enfadarse con la otra también por permitir esta situación. Yo tengo una pregunta para ti, Henry Comotellames: si Emma no te hubiese correspondido, ¿lo hubieses dejado con Grace o la hubieses seguido engañando mientras estabas enamorado de otra? Patético.

Voy a dejar abierto el tema de que el tonto ese no para de decir que con Emma todo es impresionante e intenso y una maravilla fantástica y que todo es perfecto y que te sigo hasta el fin del mundo; en cambio, con Grace, todo es muy normal y demasiado rutinario y una mierd* como una casa. Vamos, la novedad y la que ya no es tan nueva, ¿no? Es que ojalá se le pase ese enamoramiento inicial y se dé cuenta de que el amor no son emociones fuertes constantes y eso es lo bonito, que existe una calma y cierta rutina. Pero bueno, dale, que sí, lo que tú digas.

Se nota tanto a ratos como la señorita Sprinz ha escrito este libro teniendo una posible adaptación a una serie o película en mente, que me da incluso pena.

Me gustaría ahora volver al tema anteriormente mencionado: el hecho de que se haya "inspirado" en otros dos libros. Libro primero, Harry Potter. El internado antiguo en medio del Reino Unido, edificio decrépito, el sentimiento de familia (aunque aquí la autora se hace terriblemente pesada hablando de que son una familia y ese es su hogar y familia y más hogar), el padre desaparecido (vivo pero desaparecido, la madre un poco ausente), ella siendo igual a dicho padre y un profesor pelinegro y tullido que odia a todo el mundo, pero especialmente a la protagonista porque se parece mucho a su padre que al parecer le fastidió la vida a dicho profesor. Una directora que no hace nada al respecto del profesor bully y lo ignora completamente y el resto de profesores diciéndole a Emma que se parece mucho a su padre... No sé si pretende que nadie haga la relación entre los dos, que no le vea tanto parecido o si se espera que sus lectores sean estúpidos, quién sabe, pero aun así está ahí la prueba.

Libro segundo: la trilogía Save de Mona Kasten. A lo mejor dicha trilogía no os suena mucho, pero podéis llegar a reconocer más fácilmente la serie de Prime Video Maxton Hall, basada en dicha trilogía. Aquí va a ser importante no solo los libros en sí (por lógicas razones), sino también la autora y su procedencia. Kasten es una autora alemana que estudió biblioteconomía y ciencias de la información, pero por qué debería importarnos eso? ¡Pues porque Sarah Sprinz también es alemana! Y se ve que allí los libros de Save triunfaron muchísimo, un fenómeno nacional. Así que me puedo atrever a decir que nuestra autora tomó muchísima inspiración en dichos libros y eso se ve reflejado en la escuela/internado de riquillos, las dinámicas de los personajes, el pasado medio trágico de nuestros protagonistas, igual que las presiones de entrar en buenas universidades y el hecho de que, pese a ser las dos alemanas, ambas están basadas en Reino Unido. Extrañas coincidencias, diría yo.

A veces me sorprende la suerte que tengo. Justo antes de leerme este libro, me vi la serie entera de Maxton Hall en un solo día, ¡el destino!

Dejaremos completamente de lado el tema del padre, un pobre músico fracasado que se emborracha y fuma para olvidar sus penas, imagino, y que lo primero que le dice a su hija es que antes de acostarse con ella va a necesitar un whisky doble. Una obra maestra de hombre, pero qué te esperas de un tío que no ha querido saber nada de ti durante los últimos seis años? ¿Un cambio radical para el final del libro? Pues estás en lo correcto.

Y abriremos un último melón y ya nos vamos a dormir. El profesor Snape o Alaric Ward, creo que se llamaba. Horrible maltratador de alumnos y con el plot twist más interesante de todo el libro: es un drogadicto por culpa del dolor de su rodilla y, como odia al padre de Emma, ha intentado que la echasen de la escuela. Pero también se medio redime al final del libro cuando le entrega a Henry un escrito de su hermana muerta. Porque aquí tenemos todos tres años y no puede haber nadie malo.

He tenido momentos de un enfado tan grande con la autora, que me desgastaba los dientes durante las noches y me acababa doliendo la mandíbula de tanto apretar. Es un libro menos que mediocre; es una pena que se haya publicado esto y los dos que le siguen y no voy a seguir leyendo nada que venga de ella porque nada puede arreglar esta situación, excepto un autor distinto, seguramente. Ha hecho que me aburriese leyendo romance y, en lugar de cogerle cariño a los personajes, cada vez me caían peor y cada vez les deseaba con más intensidad la más profunda infelicidad.

Me despido de todos vosotros hasta la próxima, donde, al paso que vamos, no habré aprendido mi lección.

Un beso, chikis.

P.D: Sarah Sprinz, siempre puedes volver a tu carrera de medicina; si se te da mejor que escribir, puede que no te acusen muy a menudo de negligencia médica.


sábado, 8 de febrero de 2025

El talento de mi perro Pancho

Os parecería que no aprendo, que vuelvo a Gallego una y otra vez como una vuelve con ese ex tóxico que no puede soltar, pero no, lo que pasa es que ya había comprado el libro. Es más, lo compré junto con Metro, así que tiene bastante tiempo acumulando polvo en mis estanterías y ya le tocaba salir de su escondrijo a "brillar". Son unas pocas páginas, así que he podido con ello en unos pocos días.

Como resumen, muy resumido, de lo que va a ser este libro, tenemos a Dana, nuestra protagonista, una chica hermosa de pelo negro y ojos azulísimos (no os preocupéis que no se os va a olvidar; la autora no os deja), que al nacer ella, la partera ve algo en sus ojos ya azules que la asusta. Me imagino que lo que ve es color, porque a ver quién nace ya con los ojos completamente abiertos y con un color definido... Unos años más tarde, un viejo verde se lleva a Dana de su granja para educarla en el arte de la magia y es allí donde entra en juego La Torre, el valle de los lobos y un personaje que ya conocía yo de otro libro, Fenris el elfo, y a partir de aquí, pues más unicornios y dragones.

Fenris el (mago) elfo es importante para mí porque es un personaje secundario durante la trilogía de Crónicas de la Torre y después se decidió sacar un cuarto libro sobre dicho elfo. Libro que yo me leí primero porque en ningún sitio ponía que tuviese alguna relación con el resto de la trilogía (que yo tampoco sabía de su existencia, pero...). Así que voy con una idea preconcebida de ese chico y quiero que esa idea se mantenga, porque como no cuadre, a lo mejor me enfado, eh. Pero eso es una cosa que se verá a lo largo de esta review, que los libros de esta mujer dan para mucho.

Necesito más pruebas de lo que voy a decir ahora, pero no miento si digo que me parece a mí que Laura Gallego recicla a personajes. Si me dices que recicla a los secundarios, aún te entiendo porque pasan más desapercibidos, pero si te digo que Dana es una copia con un poco más de talento que Victoria (de Memorias de Idhún) y que Kai de momento es una especie de Jack, por lo buenazo y lo tonto, pues me lo creo. Siguen todos con cero personalidad o ganas de despertarse y una conversación más profunda parece que no va a aparecer en un horizonte cercano.

Si os tuviese que definir a Dana en una sola palabra, no podría, porque necesito dos: granjera y maga, o si no os gusta maga, podríamos usar bruja. No parece haber un tiempo de transición entre lo que debería ser Dana granjera, trabajando de sol a sol, con Kai como único amigo, con chicas de su edad que la rechazan o una familia que no la entiende, y la Dana maga, iniciada en la brujería, una chica de diez/quince años que ha encontrado su lugar en el mundo y que se esfuerza a muerte para lograr su objetivo (que me imagino es convertirse en maga, después de superar el último examen del libro del fuego). No existe una transición real entre estos dos personajes y parece que todo proceso de evolución pasa detrás de bambalinas y solo vemos el resultado final. ¿Que se enfadan Kai y Dana? Pues solo los veremos enfadados. ¿Se arreglan? Pasa en dos segundos, como si no se hubiesen ignorado durante casi cinco años...

Kai, siendo un ser invisible y sin personalidad, es solo un grano de arena de toda esta montaña que representa este libro. Y ahora que pienso en el todopoderoso Kai, ese ser de luz que con diez años ya parece ser un adulto responsable, pero teóricamente con la ilusión por las aventuras de un niño (ilusión que no vemos nunca... porque una personalidad no se crea solo diciendo "es alegre", tienes que enseñarme que es alegre), también me recuerda a lo TREMENDAMENTE estúpida que es la pobre Dana. No va en una escena donde Aonia ha entrado (claramente, cabe recalcar) dentro del cuerpo de Maritta, la enana cocinera, y con toda la pachorra del mundo va y dice "no sabía que mi amiga fuese tan talentosa con la magia". ¿Perdona? Dana, perdona? Acabas de devolver al plano terrenal a una maga superpoderosa a la que no estás viendo; por lo tanto, ¿dónde crees que se ha ido su espíritu? Opción uno: está dentro de esa enana que hace dos días no era capaz de hacer o creer en el más simple de los hechizos; o opción número dos: se te ha metido por el culo tan profundo como tu cabeza. Así que supongo que antes me he equivocado: Dana sí tiene personalidad, la de ser una paleta comesalchichas, lenta de mente y de reflejos y un estorbo para todo el mundo.

Laura Gallego, ¿qué problema tienes con las mujeres? ¿Por qué haces unas protagonistas teóricamente tan especiales, pero tan inútiles a la vez? Que se supone que lleva seis años entrenando la magia, ¿no crees que el cerebro también le habrá evolucionado? Porque tiene el mismo carácter y capacidades que una nena de cinco.

La capacidad de resolver incongruencias de Laura Gallego es bastante básica. Si algo no tiene sentido, se va a explicar de la forma más basta posible en el próximo párrafo y eso se ve claramente en multitud de ocasiones a lo largo de esta especie de desastre por escrito. Aun así, los casos más prominentes o, como mínimo, los que más me llaman la atención y que, por lo tanto, se me van a quedar grabados en la memoria de por vida son: esa vez que Kai podía coger cosas con su cuerpo incorpóreo, pero a la vez no podía tocar nada y se acabó justificando con una simple cara de concentración. La vez que nuestra protagonista y Aonia estaban por la torre escondidas, el Maestro dio un comunicado por megafonía y, a medida que ellas iban hablando o les asaltaban las dudas, el Maestro respondía esas mismas dudas por algún motivo y todo eso sin poder verlas o escucharlas... Y el último es, probablemente, lo que me va a tomar más tiempo explicar:

Anteriormente os he comentado que yo ya me había leído, casi por error, el libro de Fenris el elfo, donde se nos explica toda la historia suya mucho antes de que llegase a la torre. Pues bien, al final de ese mismo libro vemos como el maestro lo rescata de las fauces de su lobo interior y sin motivo aparente le elimina todos los recuerdos que él tiene de Aonia (la antigua dueña de la Torre). ¿Cómo os quedáis si os digo que eso solo fue uno de los recursos express de nuestra autora para explicar por qué en este primer volumen de Crónicas de la Torre, Fenris no tenía ni puñetera idea de quién era la mentada Aonia? Ahora bien, dejó colgando el hecho de que ella tampoco tiene ninguna memoria de él, teniendo en cuenta que el tema del que iban a tratar una vez que se encontrasen era bastante serio. ¿Y os acordáis de mi idea preconcebida de Fenris el (mago) elfo? Un fracaso total; es un ser completamente distinto, con el garbo o la personalidad de una ameba y muy muy decepcionante, sobre todo después de haberle visto luchar por su vida durante todo un libro y más tarde ver que se rinde a los deseos de otra persona con tanta facilidad, como si todo ese pasado de lucha no existiese... Algo que en realidad, viniendo de la básica escritura de Laura Gallego, no me sorprende, porque estoy segura de que cuando empezó con la trilogía no tenía ni idea de cuál era la historia de ese personaje de orejas puntiagudas y fue solo cuando se le ofreció la posibilidad de sacar un libro más que empezó a inventarse de todo.

Pero estoy segura de que ya sabemos todos que la múltiple personalidad de los personajes de Laura es una cosa que acompaña la falta de personalidad de todos ellos, pero ¿cómo se explica? Básicamente, si tú no le das una personalidad definida a un personaje, si tú dices que Aonia es dulce y con una mirada amable, pero en el siguiente capítulo le está gritando "no me desobedezcas, muchacha" y se ve algo sospechoso y malicioso en sus ojos, acabas por eliminar cualquier tipo de personalidad que pudiese llegar a tener.

No tengo buenas palabras para este libro; por favor, que alguien me alivie de la tortura que sería leerme los otros dos volúmenes y me haga un resumen.

Un beso, chikis.

P.D: No hay palabras en este idioma o en el siguiente para expresar el cansancio, el desagrado y el rechazo que me empiezan a producir los libros de Laura Gallego. Me vais a tener que perdonar por las palabras que voy a decir a continuación, pero esta autora tiene el talento más mediocre que he visto nunca; los mundos mágicos y fantásticos también son muy mediocres y sin nada especial y aún no he encontrado nada rompedor en sus libros. Aunque entiendo que se empezó a publicar lo que escribía porque decidió que en uno de sus libros, si la protagonista no sabía con qué interés romántico quedarse, pues que se quedase con los dos. Rompedor. Le falta camino y mejora, pero quien soy yo para decir nada? 

Mas talento tiene mi perro cuando salta para saludarme.

lunes, 3 de febrero de 2025

Metro 2033

Esta aventura comienza dos meses atrás, cuando yo compraba este libro guiada por el amor que le tengo a cierta persona y por el amor que él le tiene a este volumen. No sabía en lo que me metía y no sabía tampoco que me iba a acompañar tanto tiempo, como si fuese un pequeño lastre que no me deja avanzar, o en este caso, leerme algo nuevo. Todo esto solo consiguió que le cogiese cierto cariño y ahora me cuesta soltarlo. Esto es como un último adiós a Artyom y al resto de la trilogía, que no creo continuar leyendo.

Viendo y sabiendo que este no es un libro muy conocido, me siento en la obligación, una vez más, de hacer un pequeño resumen para que entendáis el concepto general, antes de que empiece a hablar sin sentido alguno y con párrafos disconexos. Artyom, nuestro protagonista, vive en la red de metro de Moscú, igual que una larga lista de seres humanos que, por culpa de la radiación y las bombas de lo que parece ser la tercera guerra mundial, se ven obligados a refugiarse en el único lugar seguro de toda la ciudad: el metro. Las diferentes estaciones recrean a su manera distintas partes de la historia y ves junto a Artyom los curiosos personajes que habitan en cada una de ellas. Siempre de paso, nuestro protagonista escucha todas las leyendas, ve a todos los mutantes y descubre líneas de metro secretas, escondrijos y misterios. Mientras lees puedes escuchar los ruidos, sentir el frío y siempre te persigue la pregunta de "qué más le puede pasar? qué más puede haber al otro lado?". Los misterios parecen amontonarse uno encima de otro y en lo único que piensa Artyom es en llegar a la Polis para avisar de la inminente amenaza de los Negros (criaturas gigantes y alargadas, casi sin rostro y de color negro, de allí el nombre...). 

De este libro me es extrañamente desconcertante el ver cómo cada estación tiene un misterio distinto o una duda para añadir al repertorio de esta aventura y que, pese al largo rato que se pasa nuestro protagonista hablando y describiendo cada estación y cada enigma, nunca sabremos su resolución o nunca va a existir una solución.

Hay un punto donde alguien, ahora no consigo recordar quién, habla del metro como si fuese un organismo vivo y terrorífico. Imagino que hay dudas que no se van a poder responder nunca porque el metro siempre va a ser un misterio. Esta entidad superior que lo controla todo siempre seguirá existiendo y me imagino que no hay forma de acabar con ella porque es más grande que todos. La guerra y la desolación del exterior solo fueron como una excusa para que los ciudadanos se dieran cuenta de lo misterioso que era el lugar. Dejando de lado, eso si, las especulaciones de Lenin siendo un satánico y de la gente de los ejércitos bolcheviques vendiendo su alma a los diablos a cambio de una victoria que parecía imposible.

Llega un momento, cuando ya ha llegado a la Polis, donde se puede ver por fin un atisbo de la edad real de Artyom. Siempre tan serio y sufriendo durante su viaje, rodeado de adultos sufridores o de experiencias terribles, se crea a su alrededor una burbuja de madurez que se ve obligado a mantener durante el resto de su viaje y a lo largo de su misión. Es Danila, un brahmán que vive en la Polis y un joven de su edad, el primero que le permite volver otra vez al chico despreocupado que hablaba con sus amigos en la VDNKh. Justo antes de que salgan a la superficie, los dos con traje de Stalker, se miran y sonríen y se emocionan porque siguen siendo niños y van a hacer algo emocionante y único, salir a la superficie. Es un momento que me gusta tanto, que me permito poneros el párrafo entero, supongo que para que lo disfrutéis conmigo:

"Cuando Danila salió, los dos jóvenes se miraron con aires de importancia. Entonces, el brahmán le guiñó el ojo a Artyom, y ambos se pusieron a reír: tenían pinta de auténticos Stalkers".

Debe ser por culpa de esa conexión que veo entre ellos que la muerte de Danila me dolió tanto, casi del mismo modo que la desaparición de Hunter. Aunque ambas cosas fuesen sin duda augurables.

Pensar que Artyom es especial, pero no tanto; creo que me duele más a mí que a él y es algo de lo que me río bastante a menudo. Nada más llegar a la Polis, Artyom parece convertirse en una persona más del montón, pero con demasiada información para el bien de ciertas personas, y es entonces cuando uno se da cuenta de que, por algún motivo, seguramente ya conocido por la psicología, pero negándome a indagar al respecto, me gustan más los libros cuando el protagonista sí es especial y, aun así, tiene defectos e imperfecciones.

Sé que hay un segundo y tercer libro y no sé si nuestro protagonista va a seguir siendo Artyom; tampoco sé si estoy dispuesta o preparada a decirle adiós. Creo que ha sido demasiado tiempo cargando este libro arriba y abajo dentro de mi bolsa. Y aunque se que muchos de los misterios que parecen en este van a ser resueltos mas adelante, no creo que sea los mismo sin el protagonista que ha estado conmigo durante estas 500 páginas.

A veces trato de imaginarme cómo sería vivir en mi metro, especialmente en la línea roja del metro de Barcelona, la L1, y dejando de lado el hecho de que la radiación llegaría a nosotros a la velocidad del rayo, porque no es suficientemente profunda, os diré que prefiero compartir espacio con los gusanos que con los diferentes seres que deben habitar en las entrañas de la ciudad. Y aunque Bourbon diga que "donde hay ratas todo está bien y si no ves, empieza a preocuparte", os diría que esto solo aplica a situaciones postapocalípticas y que las cucarachas no entran dentro de esta ecuación. A partir de ahora voy a empezar a votar al partido político con el que vea menos posibilidades de una migración en masa al sucio y enmarañado laberinto que es el sistema de metro de mi ciudad.

Y aunque el final del libro me resultase un insulto al mes entero que había tardado en acabarlo, todo el sufrimiento, la aventura, la gente que se ha encontrado y cuando por fin piensas que va a pasar algo bueno, que algo va a valer la pena y se va a solucionar, todo se cae a pedazos. Tuve una sensación tan fuerte de desolación y desconcierto, como si el ser humano estuviese hecho para destruir todo lo bueno que puede llegar a tener, como si destruyésemos nuestra propia esperanza. Esa tristeza me acompañó hasta que me fui a dormir. Aun pese a todo eso, hubo algo que me gustó más que toda la trama y que me ayuda a ver las cosas de forma distinta. Al final del penúltimo capítulo, cuando Artyom le pregunta a su padre adoptivo si conoce a la mujer de una fotografía que él había conseguido rescatar del exterior, Sukhoy le responde:

"(...) Ahora no podría reconocer su rostro. Estaba muy oscuro y yo sólo me fijaba en las ratas. Ya no me acuerdo de ella. Sí que me acuerdo de ti... recuerdo cómo me agarraste la mano, y no lloraste en ningún momento. (...)"

Creo que fue este momento, el instante en el que un padre ve a su hijo, el amor con el que lo mira y el cariño que transmite cuando le dice que de ese instante tan terrible, lo único que recuerda es a su niño y para mí, dando a entender que lo único que va a recordar y en lo último que va a pensar va a ser siempre en Artyom. Pero eso puedo ser solo yo, que me pongo sentimental muy rápido y que este libro ha sido un altibajo de sentimientos constantes.

Aún así, quería acabar mi review con lo que yo vi como un rayo de esperanza o nunca mejor dicho, una luz al final del túnel. No quiero pensar que Dios me ha dado conciencia para que sufra las consecuencias de la crueldad de un autor.

Nos vemos en el próximo. Un beso, chikis.

P.D: A Dmitry Glukhovsky, por haber despertado en mí las irrefrenables ganas de visitar las calles de Moscú antes de que una catástrofe nuclear o guerra acabe con ella o con Barcelona, lo que llegue antes. Y que al resto del mundo nos sirva de lección, que no tenemos la opción de vivir en nuestros metros; si queréis la experiencia, hay un videojuego muy realista. Vamos a dejar los misiles quietos.

Las segundas partes nunca son buenas

Este ha sido un gran despropósito, especialmente desde el momento en que he tenido que leerme este libro en inglés por culpa de la ineptitud...