Antes de empezar una nueva aventura, se debe cerrar una etapa como Dios manda; hay ciertas cosas que se tienen que superar antes de empezar a traumarse de nuevo y eso es lo que vamos a hacer hoy aquí, curar esas heridas del pasado que tenemos que dejar atrás junto con el causante de ellas. Hoy, nos encontramos cara a cara con uno de los libros que hasta la fecha me ha parecido más desagradable y mal escrito y, sin más dilación, os dejo con los estudiantes del internado más hogareño de todo Reino Unido.
Necesito saber quién revisa los libros en Alemania antes de que esos sean publicados y quién decide los derechos de qué libro comprar en la editorial Planeta, para entender exactamente cómo esto ha pasado por tantas manos y nadie ha llegado a pensar que sería una idea terrible gastarse el dinero en esta... cosa. Porque no tengo otro nombre para lo que el primer libro de la DunBridge Academy es. Que otro inútil se excuse detrás de la famosa frase de "es literatura para adolescentes", porque a mí ya no me vale. Esta obra barata, casi plagiada de otros dos libros o incluso más, no merece estar a la venta, no merece un reconocimiento y me va a llevar a la tumba antes de tiempo. Consciente de que todos los autores empiezan en alguna parte, también se tiene que entender que no todas las primeras obras se han publicado, seguramente porque no eran lo suficientemente buenas, y hay cosas a las que no se les debe dar una primera o segunda oportunidad.
La autora, la señorita Sarah Sprinz, antigua estudiante de medicina, que yo haya leído en su bibliografía, jamás ha tenido nada que ver con las letras más allá de su "pasión por la escritura", que también tengo yo y mucha gente en este mundo; será hoy una de nuestras protagonistas junto con los personajes de su libro. La pasión y el esfuerzo son dos cosas distintas; la segunda implica que, en este caso, has tomado un curso de escritura, mentoría o tienes algunos estudios que te van a llegar a ayudar a crear una obra literaria de calidad o pueden colaborar en ello. Esto no significa que si tienes dichos estudios de golpe tu mierda valga oro; simplemente quiero decir que el talento se cultiva y ahora mismo la señorita Sprinz y su talento son una semilla en el suelo, medio podrida y sin posibilidad de que yo la vea germinar. Pero ella no es la principal protagonista en esta obra, o como mínimo yo no he sido consciente de que haya hecho un self-insert; más allá de que se parece un poco a la amiga de la heroína, sí que vamos a pasar de ella un rato y cambiar de tema.
Soy partidaria, desde el día que tengo consciencia de mi cuerpo y de mis limitaciones, de que no todos podemos aspirar a todo. Tengo el convencimiento de que hay algo para lo que hemos nacido con un talento especial que no todo el mundo tiene y eso significa que hay ciertos talentos que nosotros no poseemos. Yo, por ejemplo, jamás podré ser deportista de élite porque, por mucho que me esfuerce, no llegaría al nivel necesario ni entrenando toda una vida. Cuando aceptamos que hay talentos, hace falta aceptar que hay cosas que no se nos dan bien y que probablemente no se nos darán nunca suficientemente bien como para dedicarnos a ello y ser los mejores en ese campo. Eso no quita que la gente con talento no tenga que esforzarse; sed conscientes de que seguramente se esfuerzan los que más.
Y siguiendo esa línea de pensamiento, hablaremos de los deportistas. Existe la misconcepción de que si tú te esfuerzas lo suficiente en un deporte o en una actividad física cualquiera, se te va a acabar dando bien. Como si el talento no aplicase allí, pero sí en los graduados de medicina. Porque el deporte es una cosa de segunda y sin importancia, todo el mundo puede llegar a ser bueno en el basquet o un atleta, pero no todo el mundo puede sacarse una carrera de matemáticas aplicadas porque hay limitaciones en el cerebro, pero no en músculos o la coordinación. ¿Entendéis lo que quiero decir? Todo conlleva un poquito de talento y el resto es esfuerzo, pero no haremos ver que el talento no existe. Bueno, nosotros no, pero la señorita Sprinz metiendo a Henry en el equipo de rugby con calzador y probablemente jodiendo la temporada entera para ese equipo imaginario, sí. Si Henry empieza siendo un inútil para los deportes, no puede acabar siendo una estrella; lamento darte ese choque de realidad. Seguro que se le da genial estudiar, pero los deportes y ganar el partido de la final junto con atletas que llevan entrenando desde pequeños, pues no.
Está dentro de las cosas que más me gustan en los libros, justo detrás de los triángulos amorosos, el que los dos protagonistas se enamoren mientras uno de ellos ya tiene pareja. La excusa normalmente suele ser que la relación ya no es la que era; en realidad están juntos por costumbre. Los dos sabían que se iba a acabar; da igual la que escojan, siempre hay alguna y nunca es justificable. La autora intenta escudar a Henry mirando más el culo de Emma que los ojos de su novia, mostrándonos su perspectiva de una relación al borde del colapso y cuando los dos empiezan a salir, a Grace le parece genial porque en realidad solo estaban juntos por la rutina... Ya no tenían nada...
El hecho de que Henry se meta a la cama de Emma una noche solo a dormir y se atreva a decirle después a la pobre Grace que no, jamás la ha engañado y que casi se besa con la otra en medio de una escapada nocturna, pero no, nunca la ha traicionado. Si le sumamos a todo esto la escena de la ruptura, como él mete a Emma en medio del barullo porque en realidad "lo dejo contigo porque estoy colgado de la otra" y su novia se queda tan tranquila y con cara de tonta diciendo que no pasa nada, que ya se lo imaginaba y "ve, sé feliz, Henry, que te lo mereces mogollón, tío duro". No me parece bien, no me parece bien que Grace tenga que ser amable con todos después de esto; se merece enfadarse, maldecir a ese pedazo de capull* y enfadarse con la otra también por permitir esta situación. Yo tengo una pregunta para ti, Henry Comotellames: si Emma no te hubiese correspondido, ¿lo hubieses dejado con Grace o la hubieses seguido engañando mientras estabas enamorado de otra? Patético.
Voy a dejar abierto el tema de que el tonto ese no para de decir que con Emma todo es impresionante e intenso y una maravilla fantástica y que todo es perfecto y que te sigo hasta el fin del mundo; en cambio, con Grace, todo es muy normal y demasiado rutinario y una mierd* como una casa. Vamos, la novedad y la que ya no es tan nueva, ¿no? Es que ojalá se le pase ese enamoramiento inicial y se dé cuenta de que el amor no son emociones fuertes constantes y eso es lo bonito, que existe una calma y cierta rutina. Pero bueno, dale, que sí, lo que tú digas.
Se nota tanto a ratos como la señorita Sprinz ha escrito este libro teniendo una posible adaptación a una serie o película en mente, que me da incluso pena.
Me gustaría ahora volver al tema anteriormente mencionado: el hecho de que se haya "inspirado" en otros dos libros. Libro primero, Harry Potter. El internado antiguo en medio del Reino Unido, edificio decrépito, el sentimiento de familia (aunque aquí la autora se hace terriblemente pesada hablando de que son una familia y ese es su hogar y familia y más hogar), el padre desaparecido (vivo pero desaparecido, la madre un poco ausente), ella siendo igual a dicho padre y un profesor pelinegro y tullido que odia a todo el mundo, pero especialmente a la protagonista porque se parece mucho a su padre que al parecer le fastidió la vida a dicho profesor. Una directora que no hace nada al respecto del profesor bully y lo ignora completamente y el resto de profesores diciéndole a Emma que se parece mucho a su padre... No sé si pretende que nadie haga la relación entre los dos, que no le vea tanto parecido o si se espera que sus lectores sean estúpidos, quién sabe, pero aun así está ahí la prueba.
Libro segundo: la trilogía Save de Mona Kasten. A lo mejor dicha trilogía no os suena mucho, pero podéis llegar a reconocer más fácilmente la serie de Prime Video Maxton Hall, basada en dicha trilogía. Aquí va a ser importante no solo los libros en sí (por lógicas razones), sino también la autora y su procedencia. Kasten es una autora alemana que estudió biblioteconomía y ciencias de la información, pero por qué debería importarnos eso? ¡Pues porque Sarah Sprinz también es alemana! Y se ve que allí los libros de Save triunfaron muchísimo, un fenómeno nacional. Así que me puedo atrever a decir que nuestra autora tomó muchísima inspiración en dichos libros y eso se ve reflejado en la escuela/internado de riquillos, las dinámicas de los personajes, el pasado medio trágico de nuestros protagonistas, igual que las presiones de entrar en buenas universidades y el hecho de que, pese a ser las dos alemanas, ambas están basadas en Reino Unido. Extrañas coincidencias, diría yo.
A veces me sorprende la suerte que tengo. Justo antes de leerme este libro, me vi la serie entera de Maxton Hall en un solo día, ¡el destino!
Dejaremos completamente de lado el tema del padre, un pobre músico fracasado que se emborracha y fuma para olvidar sus penas, imagino, y que lo primero que le dice a su hija es que antes de acostarse con ella va a necesitar un whisky doble. Una obra maestra de hombre, pero qué te esperas de un tío que no ha querido saber nada de ti durante los últimos seis años? ¿Un cambio radical para el final del libro? Pues estás en lo correcto.
Y abriremos un último melón y ya nos vamos a dormir. El profesor Snape o Alaric Ward, creo que se llamaba. Horrible maltratador de alumnos y con el plot twist más interesante de todo el libro: es un drogadicto por culpa del dolor de su rodilla y, como odia al padre de Emma, ha intentado que la echasen de la escuela. Pero también se medio redime al final del libro cuando le entrega a Henry un escrito de su hermana muerta. Porque aquí tenemos todos tres años y no puede haber nadie malo.
He tenido momentos de un enfado tan grande con la autora, que me desgastaba los dientes durante las noches y me acababa doliendo la mandíbula de tanto apretar. Es un libro menos que mediocre; es una pena que se haya publicado esto y los dos que le siguen y no voy a seguir leyendo nada que venga de ella porque nada puede arreglar esta situación, excepto un autor distinto, seguramente. Ha hecho que me aburriese leyendo romance y, en lugar de cogerle cariño a los personajes, cada vez me caían peor y cada vez les deseaba con más intensidad la más profunda infelicidad.
Me despido de todos vosotros hasta la próxima, donde, al paso que vamos, no habré aprendido mi lección.
Un beso, chikis.
P.D: Sarah Sprinz, siempre puedes volver a tu carrera de medicina; si se te da mejor que escribir, puede que no te acusen muy a menudo de negligencia médica.
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